"El rezó - no era mi religión, / El odia - no era lo
que yo odio, / El habló - no era mi idioma, / El se vistió - no era lo que yo
vestía, / El tomó mi mano -no era el color de la mía, / Pero cuando él se rió,
era como yo me reía, / Y cuando él lloró, era como yo lloro."


miércoles, 9 de noviembre de 2011

Cuentos Zen

UNA INSENSATA BÚSQUEDA

Una mujer estaba buscando algo en el suelo junto a un farol. Pasó por allí un hombre y se paró, curioso, a observar a la mujer, que afanosamente buscaba y buscaba. Intrigado, después de un rato, el hombre preguntó:

- Buena mujer, perdona que me inmiscuya en tus asuntos, pero ¿podrías decirme qué buscas?

Y la mujer repuso:
- Busco una aguja que he perdido en mi casa, pero como allí no hay luz he venido a buscarla junto a este farol.

Como esa mujer proceden muchos seres humanos. En lugar de buscar dentro de ellos mismos (donde mora el más verdadero gurú, el paraíso interno, la respuesta), buscan fuera de ellos lo que jamás podrán hallar fuera.
 
RICOS
 
El marido: 'Sabes querida, voy a trabajar duro y algún día seremos ricos'

La mujer: 'Ya somos ricos, querido. Nos tenemos el uno al otro. Tal vez algún día también tengamos dinero'.

MIEDO

Durante las guerras civiles en el Japón feudal, un ejército invasor podía barrer rápidamente con una ciudad y tomar el control.

En una aldea en particular, todos huyeron momentos antes que llegara el ejército; todos excepto el maestro de Zen.
Curioso por este viejo, el general fue hasta el templo para ver por sí mismo qué clase de hombre era este maestro. Como no fuera tratado con la deferencia y sometimiento a los cuales estaba acostumbrado, el general estalló en cólera. “¡Estúpido!”, gritó mientras alcanzaba su espada, “¡no te das cuenta que estás parado ante un hombre que podría atravesarte sin cerrar un ojo!".

Pero a pesar de la amenaza, el maestro parecía inmóvil. “¿Y usted se da cuenta?”, contestó tranquilamente el maestro, “¿que está parado ante un hombre que podría ser atravesado sin cerrar un ojo?”

(Otras versiones de esta historia, después describen cómo el general, sorprendido y atemorizado por el maestro, se va tímidamente.)

TRABAJO MUY DURO

Un estudiante de artes marciales fue hasta su profesor y le dijo seriamente, “Soy un devoto al estudiar su sistema marcial. ¿Cuánto tiempo me tomará dominarlo”. La respuesta del profesor fue improvisada, “Diez años”.

Impacientemente, el estudiante replicó, “Pero quiero dominarlo mucho antes que eso. Trabajaré muy duro. Practicaré a diario, diez o más horas al día si es necesario. ¿Cuánto tiempo tomaría entonces?” El profesor pensó por un momento, “veinte años”.

(En otras versiones de esta historia, el estudiante dice que está impaciente por obtener la “iluminación”.)

BUSCANDO A DIOS

Un ermitaño meditaba junto a un río cuando un joven lo interrumpió. “Maestro, deseo convertirme en su discípulo”, dijo el muchacho. “¿Por qué?”, contestó el ermitaño. El joven pensó por un momento. “Porque quiero encontrar a Dios”.

El maestro se puso de pie de un salto, lo agarró del pescuezo, lo arrastró hasta el río, y sumergió su cabeza en el agua. Después de mantenerlo allí por un minuto, con él pateando y forcejeando por liberarse, el maestro finalmente lo sacó del agua.

El joven tosía agua y jadeaba para recuperar su aliento. Cuando se aquietó, el maestro habló. “Cuénteme, qué era lo que usted más deseaba cuando estaba debajo del agua”. “¡Aire!”, contestó el muchacho.

“Muy bien”, dijo el maestro, “váyase a casa y vuelva a mí cuando usted desee a Dios tanto como lo que acaba de desear aire”

//
Incluso si tu elocuencia fluye como un río, no es de mayor utilidad.

Aunque puedas exponer sobre toda la literatura budista, no sirve de nada.
solo la experiencia directa del zen, del despertar sirve para experimentar la verdad.

//
Mientras no comprendas el ¿porqué? no alcanzaras el ¿como?



//
No le dejes al tiempo tus decisiones, ni esperes del tiempo el cambio, tus decisiones y tus cambios deben ser aquí y ahora.



//
El vacío es eso que no tiene nombre... eso que es real... eso que es la verdad y que algunos llaman el Tao, otros el Inri, otros el Zen... Alá... Brahma o Dios, no importa como se le llame.

El hombre que despierta la conciencia experimenta la tremenda verdad de que ya no es esclavo y con dolor, puede verificar que las gentes que andan por las calles soñando, parecen verdaderos cadáveres ambulantes.
Lo importante siempre sera el despertar y dejar de ser gente dormida que camina como cadáveres vivientes en esta existencia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario